Notas para una obra muerta
(Texto para una serie inacabada, 2022)
0
¿Qué hay allí?
1
He leído que en náutica llaman «obra muerta» a la parte del casco de un buque que se encuentra fuera del agua permanentemente (lo visible) y «obra viva» a lo que está sumergido en las aguas, es decir lo invisible. ¿De dónde proceden tales figuras? Guillermo me comenta que guardan relación con las algas, moluscos y otros organismos que se adhieren al casco. Pienso que hay una similitud con alguna imagen externa relacionada con la vida y la muerte: llamar «muerto» a lo descubierto es una manera de decir que lo vivo transcurre oculto en otro elemento y que la vida y la muerte – habitáculo de materia seca que nos soporta – avanzan a la misma velocidad. Habría que concretar que se refieren a la obra y aunque vida y obra vayan a su vez adheridas la una en la otra, ignoro por qué hablan así los marinos y los ingenieros navales, tampoco la razón de ser de la famosa e imprecisa línea llamada «de flotación», separación de ambos mundos (lo invisible y lo visible) y metáfora recurrente para artistas que la han tenido en cuenta.
2
El arte tiene la capacidad de hacer perdurar los mundos invisibles, sus obras son escenas muertas de un mundo muerto que nadie puede descubrir en lo vivo salvo si el navío (¿el yo?) está fuera del agua o se hunde.
Muchos artistas han tratado implícitamente el tema de las obras muertas. Bonnard, por ejemplo, en su percepción del color, fue un maestro. Tal vez Munch, sobre todo en su autorretrato entre reloj y cama.
3
Diferencio pintar y respirar (inmerso es imposible). Desarrollo una pluralidad de ideas. El taller, aunque incluya otros terrenos, lo dejo dicho en otros lugares, es mi zona laboral. Cualquier objeto, pensamiento o mirada pueden ser gérmenes de una serie, pero es en el taller donde las cosas cobran entidad y se discuten y se materializan o quedan en el olvido. Siempre existen vínculos entre el pensar, el hacer y el sentir, a veces tan estrechos que llegan a confundirse; comienzo a sospechar de la materia pictórica, el mundo parece líquido cuando yo me esfuerzo en la solidez.
4
Ayer se necrosó una parte de mí y el resto sigue expectante ante lo que la tristeza recién nacida comenzó a bosquejar. La sucesión de los acontecimientos quedó interrumpida, pasó de lo muerto a lo vivo, a lo invisible. Acostado en el sofá, una actividad de ralentizado progreso va pasando por la retina de un transcurrir desesperado.
5
Pienso entonces que soy parcial, una acumulación de esperas, fragmento de un fenómeno singular, un inesperado adjetivo, quizá una trágica y dolorosa novedad del azar.
6
Una obra muerta es, por ejemplo, aquella avenida de quioscos que de niño recorría en busca de chapas y que alguna vez dibujé. Una obra muerta avanza en nosotros, salpicada por la vida y nos enseña que el nuestro es un escenario de indicios densos y opacos, desaparecida la visión en circunstancias de una importancia extrema.
7
Hoy observo afligido. Ese lugar es común y ningún punto atrae mi atención porque su naturaleza es cuestionada. Intento precisar algunos ámbitos sin la más mínima seguridad en que terminen por figurarse en mi mente. Siento dolor en las costillas, en el corazón. La capa inerte, aún irrelevante, anticipa un tejido de deseo y de querer, pero esas imágenes pertenecen a la Humanidad y ahí solo existen las cosas particulares; dudo que pueda, tan fijamente como me permita esa mirada que has descrito al observarme, alcanzar a ver nuestro presente.
8
Es pronto. No debería pasar las horas mirando hacia allí. Visualmente podría decirse que todo está desenfocado. Cada vez que nos veíamos me enseñabas el mundo en el que voy decreciendo y dejando dudosos valores hasta hacer de ellos algo inactivo; desde el anhelo más íntimo se construía la expresión y aunque fuera una impostura – algunos lo sospechan – el dolor se apagaba.
9
Todo esto nutre mi labor. Creo innecesario calificarme “artista”. Intervengo, aplico recursos, tengo la esperanza de que cada gesto conlleva algo de esa vida que leí y contemplé y ubiqué sin certeza en lugares próximos a la ficción.
10
Hay ciertas constantes a lo largo de un recorrido artístico y, en mi caso, al margen del formato único – premisa fundamental en las series sobre tela – son lo textil en pintura y el dudoso sueño en lo textual. Después de más de treinta años esta es una conclusión válida. Desde un principio, salvo en contadas excepciones, quise dejar visibles las fibras de la tela, manteniendo a la vista la cualidad del soporte. Esto ha sido, más que una condición, una necesidad a tener en cuenta. He sentido, además, el impulso de discutir normas.
11
Siento tu trama y tu caos, esto debería bastar para seguir avanzando.